Introducción
El proyecto de la calle visual consiste en una apropiación de espacios
donde se expone la publicidad, de soportes instalados en la calle donde cada
espacio en particular ha sido modificado para el fin publicitario. El lugar
seleccionado para estas intervenciones fue la calle Insurgentes, dado que es la
más grande de la ciudad, y basándose en los recorridos hechos por este lugar se
decidió enfocarse en el trayecto de la
estación de metrobús Sonora a la Polifórum, ya que es una de las zonas más
transitadas y cuenta con numerosos soportes publicitarios para intervenir.
El apropiarse de estos espacios y hacer arte público en ellos es uno de los
objetivos más importantes dentro del proyecto. Por ello se analizó el contenido
que debían tener estas obras y para ello hubo que examinar el espacio, para
lograr obras de arte público que fueran afines al lugar.
El arte público se puede denominar como:
el deseo de crear formas y lugares utópicos que mejoran la experiencia del
espectador hacia la obra de arte,
el medio ambiente y el mundo, Gooding (1987-1997). Además trabaja en contra de la progresiva
despolitización del espacio público y combate la comercialización y
privatización permanente del mismo. Las obras que integran este proyecto se refieren
tanto al espacio como a los espectadores y a la manera en que influye la imaginería publicitaria en ellos.
En cualquier recorrido urbano somos bombardeados
por imágenes que se limitan a servir como vehículo de la publicidad masiva y
son esclavas de la comercialización. Esto nos crea una dependencia visual hacia
las repeticiones convencionales y los clichés en que se basa la publicidad para
dar su mensaje a las masas. De tal modo, el objeto de estudio del proyecto es evaluar
la posibilidad de realizar intervenciones urbanas utilizando espacios de
difusión de anuncios comerciales, como vallas, espectaculares y demás. “La publicidad empapela todos los rincones
de la vía publica, cualquier enclave histórico, cada jardín; las paradas de
autobús, el metro; los aeropuertos, las estaciones, los periódicos, los cafés,
las farmacias, los estancos, los encendedores, los listines telefónicos. La
publicidad copa las películas de la televisión, invade las radios, los
almacenes, las playas, los deportes, la ropa, deja su huella incluso en las
huellas de nuestros zapatos: ¡en todo nuestro universo, en todo nuestro
planeta!” Toscani (1996) p. 20-21
Al partir de los antecedentes de apropiación del
entorno por parte de artistas urbanos que han logrado impactar al espectador de
forma emocional y visual, esta producción pretende crear una fusión
publicidad-arte, y lograr un espacio de reflexión acerca de la sociedad de
consumo y su formación de hábitos consumistas.
“La publicidad ha
contribuido energéticamente a excitar los deseos (objetuales) del publico a
través de deseos (eróticos) impuestos, suscitados por modelos atractivas/ os y
escenografías hedonistas. En un universo en el que la imperfección física está
excluida por definición y en el que las microhistorias exhibidas están
condenadas a un gratificador final feliz, los objetos de consumo han sido
también convenientemente erotizados por el diseño, la iluminación y la cámara.
No hay que desempolvar los viejos tratados de Ernst Dichter para reconocer
símbolos fálicos en botellas de perfume, en llaves de contacto de automóvil, en
helados que se lamen y hasta en tacos de billar (en una publicidad de Lucky
Strike) Roman (2006) p. 24-25.
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